sábado, 9 de enero de 2010

Biografía Criolla (III de VI) Las justificaciones de la Gurisa Martínez




Por Roque Domingo Graciano





- En mayo de 1976, aparecí en una lista de cesanteadas. Imprudente y mal aconsejada, fui al Ministerio de Educación, en calle 13, para buscar una explicación. Me atendieron en la planta baja, en la subsecretaría de educación. Eso fue a las 9 de la mañana. Me pasaron de oficina en oficina; de despacho en despacho. Eran las 14 horas y no tenía una respuesta. A las 14 y minutos, cuando estaba en la antesala del subdirector de Personal, 2 señores se acercaron y me informaron que estaba detenida en averiguación de antecedentes. Fue el golpe de gracia. Sentí que me desvanecía. Estaba absolutamente agotada y perdí el conocimiento. Cuando desperté estaba en la misma antesala, ahora atendida por dos médicos; los policías también estaban a mi lado, discretos, correctos en sus modales. “Señora, es un trámite de rutina. Es simplemente para identificarla. Una vez que la identifiquen en Jefatura, se inicia el trámite para reintegrarle sus horas cátedra.” A través de una escalera interna, apoyada en uno de los médicos me bajaron hasta el subsuelo. Cuando pasé por la oficina Registro de Resoluciones, en el subsuelo, lo vi a Federico; me miraba atentamente. Unos metros más allá, estaba la puerta de acceso a la playa de estacionamiento. Los dos policías se subieron en los asientos de adelante del auto y los médicos y yo en la parte trasera. Yo iba al medio. Avanzamos lentamente como si estuviéramos haciendo un paseo. El automóvil estacionó en calle 1, en la Brigada Femenina y me bajaron en la vereda. Me ingresaron a una oficina que estaba a la entrada y me sentaron en una silla. Esperé 15 minutos y en el pasillo, afuera, escuché la voz de mi papá. El alma me volvió al cuerpo. Intercambiamos pocas, poquísimas palabras con papá “Todo está bien, tranquila, tranquila. Más tarde te traigo ropa.” Mi situación cambiaba. No era una detenida clandestina sino que en caso de que me detuvieran sería una detención legal. Conocía a mi viejo y sabía que no mentía. Después de mi liberación, papá me contó que sonó el teléfono en la fábrica y la voz de un hombre le dijo: “Soy amigo de la Gurisa. La detuvieron en el Ministerio de Educación. La están llevando hacia la Brigada Femenina de calle 1.” Nunca supimos quién fue. Pudo haber sido Federico; sólo es una conjetura.

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