sábado, 25 de septiembre de 2010

“Biografía Criolla (V de VI)-El cuento chino de Celeste “Peky” Cardozo”

Por Roque Domingo Graciano





n) “Intuí que esa casa estaba instalada en una vida pretérita”


- Juana, mi tía (la mujer del Facha), tuvo conmigo una relación cambiante. Yo la llamaba y la llamo “mamá”; fue una verdadera madre para mí; ella no ha tenido hijos biológicos; yo fui su hija. Desde pequeña, capté que ella se evadía; sólo su cuerpo estaba presente; su mente estaba lejos. Había épocas de su vida en que esto se acentuaba. Cuando yo era una joven, me contó, casi por casualidad, que en sueño y despierta, ella “veía” una casa. Siempre la misma casa. No lo tomé a la ligera. Le pedí que me describiera la casa. Lentamente, lo fue haciendo. Intuí que esa casa estaba instalada en una vida pretérita de la tía y la invité a que derrotara temores, que se purificara e ingresara en esa casa que le depararía respuestas sorprendentes. Fue un trabajo arduo, de meses, de años; al fin, no sólo que ingresó sino que recuperó gran parte de un estadio de su vida anterior, donde no sólo estaba yo, como proyección, sino también, el Buda, el Facha y Elvira. Maravilloso.

- Exactamente, en el presente no sólo podemos recuperar estadios anteriores sino que vamos “armando” escenarios futuros.

- Lo recuperado de una vida anterior de Juana nos lleva al mar Mediterráneo, con certeza; posiblemente, en lo que es hoy el continente Europeo. Juana es una joven campesina poseedora de una amplia y confortable casa (la que irrumpe en su mente) y su imperativo interior es llenar sus habitaciones con hijos. Sus deseos se cumplen: Juana es madre prolífica. Circunstancias aciagas hacen que, en un momento determinado, Juana no tenga para alimentar a sus hijos. Entonces, pacta con los espíritus del mal para saciar el hambre de sus hijos. Estos espíritus le enseñan cómo cazar liebres: con un garrote, en el momento justo en que la hembra está pariendo porque de tal manera, la hembra no huye en su intento de proteger a su cría recién nacida. Así, Juana cazaba la hembra y la cría con lo cual alimentaba a sus hijos. Mas, como “toda carta tiene contra y toda contra se da”, Juana es castigada con la esterilidad por varias vidas, a criar y mantener hijos de otros y a vivir en casas pequeñas.

- Biológicamente, Juana no tiene nada que ver conmigo. Según lo que sé, los orígenes de Juana en este estadio no están lejos de aquí. Nació en el Hospital de Melchor Romero, donde dos años más tarde, su madre ingresó a trabajar como mucama. Juana fue hija única y vivió, la mayor parte de su vida, sola con su madre (Martha) en una casa modesta de Los Hornos, a 10 cuadras de nuestra casa de 139 y 60. “En mi infancia (contaba Juana) tenía un amigo invisible con quien yo hablaba y le contaba cosas de mi marido quien nunca estaba presente: ‘se fue’, ‘lo mandaron’, ‘está por volver’. También, le contaba, al amigo invisible, que cuando volviera mi marido tendríamos dos hijos: Bocha y Albertito quienes se pelearían y a quienes yo educaría con ceño fruncido.”

“Biografía Criolla (V de VI)-El cuento chino de Celeste “Peky” Cardozo”

Por Roque Domingo Graciano





m) “Mi relación con los chicos de mi cuadra fue hermosa”

- En mi niñez, jamás sentí un gesto de discriminación ni por mi origen, ni por mi nivel social ni económico. Para todos, yo era la hija de Juana y del Facha. Nunca hubo una sospecha al respecto. El vecindario veía totalmente armónico que un matrimonio tuviera una hija. Dado que mi apellido legal es Cardozo, como el Facha, los papeleríos administrativos no eran un obstáculo.

Durante la pubertad, cuando me relacioné con flacos del centro platense, sí, me sentí mal, incómoda, insatisfecha por mi miopía y mis pecas.

- Mi relación con los chicos de mi cuadra fue hermosa. El Facha me había hecho una casita arriba de una encina que está en el fondo del terreno. La casita se la construyó con madera buena que los abuelos trajeron de Necochea. Los chicos del barrio se enloquecían por jugar en la casita. Yo no era agresiva y en casa se cobijaba a todos los chicos del barrio. También, patinábamos en el patio de la casa. Los de la cuadra no tenían un patio para patinar. Tenían patios de tierra. Cuando fuimos más grandes, íbamos a patinar a la plaza de 60 y 137. Allí, aprendí a hacer “la palomita”.

Los patines me los regalaron dentro de una caja de muñeca, para darme una sorpresa y, a la vez, presionarme para que fuera a la parroquia. Yo no quería ir a la parroquia por una situación enojosa que había tenido con el cura y quería un par de patines. Entonces, ellos, para mi cumpleaños, me regalaron una caja de muñeca. “Yo quiero un par de patines,” protesté. Ellos me dijeron “Si vas a la parroquia, te regalamos un par de patines.” De mala gana, acepté y mamá me dijo “Abrí la caja.” La caja contenía un par de patines, no una muñeca.

A la noche, cuando me quedaba sola en casa, mientras mamá cocinaba yo jugaba en el living–comedor con un triciclo. Para mí, el triciclo era un chico, un compañero a quien le hablaba, lo retaba o me peleaba. A veces, lo incorporaba cuando jugaba con los chicos del barrio en el patio. En tales casos, cumplía la función de perro. Mi triciclo era un perro que se portaba mal o bien, según la circunstancia.

- La encargada de la cocina era Juana. A veces, cocinaba el Facha y, cuando fui grande, también yo cocinaba. El trabajo principal era de Juana. Cocinaba con muy pocos recursos económicos. Cocinaba tartas y empanadas. En la heladera siempre había tartas dulces y saladas: de carne, de verduras, de jalea de uvas y compota. Las empanadas eran de verduras, de carne vacuna picada, de pescado. A papá, le gustan las empanadas de pescado. Cuando no teníamos dinero, dentro de las tapas de empanadas se metía lo que hubiere; asimismo, cualquier sobra servía como relleno de los buñuelos. Cuando había plata, comíamos sandwichs de miga, cerveza y mirábamos televisión. Creo que todos los vecinos de la cuadra hacían lo mismo. También comíamos fideos con margarina o manteca y arroz hervido. Juana siempre hacía tortas y con la carne que sobraba del puchero hacía “ropa vieja” o salpicón aderezado con ajo, perejil, orégano y aceite. A mí, me gustaba la torta con leche. Leche cruda.

- Vino no se tomaba en casa. Sí, cerveza. En invierno, sobre todo de noche, Juana nos hacía té de cedrón y otros yuyos que conseguía en el barrio.

- Supongo que cuando el Facha fue a vivir al barrio pudo despertar algún temor por ser músico, rockero; con el paso de los años, lo habrán ido aceptando e incorporando como uno más. De cualquier manera, nosotros éramos los ricachones y “cultos” de la cuadra. Los vecinos eran obreros de YPF, Astillero o de alguna metalurgia de la zona. Si bien eran propietarios de donde vivían, tenían ingresos magros y escasa escolaridad. El chalet de nosotros era único en la cuadra. Otros chalets similares había sobre la calle 60, a media cuadra de casa pero no en nuestra cuadra. Las otras casas se levantaron con material de segunda: chapas de zinc, paredes angostas, aberturas de chapas. La 139 era de tierra; cuando llovía, los vehículos no podían entrar por el fango, el lodo.

sábado, 18 de septiembre de 2010

“Biografía Criolla (V de VI)-El cuento chino de Celeste “Peky” Cardozo”





Por Roque Domingo Graciano




ll) “Es difícil meterse en la cama de una mujer pero es fácil meterse en sus sueños”[1]

- Ni la escuela primaria ni la escuela secundaria dejaron huellas en mí. Creo que lo más importante que me pasó en mi vida escolar (más de 12 años) fue una calentura que me agarré en tercer año con el profesor de contabilidad. Años después, descubrí que no era contador sino odontólogo. Estuve tentada en hacerle “una visita higiénica”.

- ¡No! No lo hice. Él no me reconocería. Además, fue una calentura enclaustrada bajo 7 llaves. Jamás se lo conté a alguien. Creo que es la primera vez que la verbalizo.

No fui la única en estar caliente con un profesor; creo que todas las pibas se calientan con algún profesor, en menor o mayor medida. A Valeria Ivanisevich (una compañera), le pasó una de película. Otra alumna, Adriana Yuro, estaba caliente con el profesor de historia, un boludo al que llamábamos “Piernucha” porque le miraba las piernas a las pibas. Adriana le pidió a Valeria que le redactara un poema en francés para el profesor de historia que se llamaba Luis. Valeria, que hablaba y escribía francés correctamente, aceptó. Hizo un poema en francés donde jugaba con el nombre del profesor, Luis y el nombre de los reyes franceses: Luis XV, XVI, etcétera. Ahora bien, Adriana Yuro se lo hizo llegar al profesor tal cual lo recibió: manuscrito por Valeria. A la semana siguiente, durante la hora de historia, el profesor la hizo pasar al frente del aula a Valeria y la humilló por haberle escrito ese poema. La basureó cuanto quiso. La pobre flaca, Valeria, no tenía argumentos en su defensa porque, efectivamente, ella había escrito el poema pero lo había hecho “a pedido de” Adriana quien se lo había hecho llegar tal cual lo había recibido. Vivió y, de alguna manera, todos vivimos horas de angustia e impotencia porque éramos conscientes de una situación injusta, empiojada, confusa. Más, ¿cómo delatar a Adriana Yuro?; por sobre todas las cosas: ¿con qué pruebas? Los días pasaron y a los 2 meses terminó el ciclo escolar. Para nosotros, que estábamos en quinto año, terminó la escuela. Para mí, fue un momento de gloria. ¡Estaba repodrida!

El asunto de la carta no terminó ahí. Valeria Ivanisevich, una vez egresada, le contó a su madre lo sucedido. La madre de Valeria montó en cólera y un día en que el profesor de historia, Luis, estaba charlando con tres colegas en calle 7 y 48 (en la esquina del Banco Nación, frente a la Facultad de Humanidades), la señora Ivanisevich lo encaró, le recordó su conducta en relación con su hija y lo trató de “buchón”, insensible, ególatra, infantil y otros adjetivos por el estilo. Los colegas del profesor Luis (testigos involuntarios del enfrentamiento) quedaron azorados, confundidos. Uno de ellos intervino condescendiente hacia la mamá de Valeria: “La impunidad nos hace groseros y pavos”.



[1] El Sopa. (El Ordenador)

lunes, 13 de septiembre de 2010

“Biografía Criolla (V de VI)-El cuento chino de Celeste “Peky” Cardozo”






Por Roque Domingo Graciano





l)“Tuve dificultades para el aprendizaje escolar”




- La casa del Facha y Juana está en calle 139 casi 60, en Los Hornos. Es un chalet de tejas coloniales, con una arcada; dormitorio y baño hacia la izquierda; living-comedor, cocina-lavadero, entrando a la derecha. Al principio, yo dormía en un sofá-cama en el living-comedor; después, a continuación del dormitorio de ellos, hicieron un dormitorio para mí con acceso al pasillo y al baño. Detrás de mi dormitorio, sin comunicación con el resto de la casa, edificaron un depósito donde se guardaban porquerías. Los pisos son de granito y las aberturas de cedro. A mí, me impacta como una construcción sólida. Sin lujo pero buena. Las paredes son de 30 centímetros. Al costado de la casa, abarcándola en su totalidad hay un patio de calcáreo con una enredadera de lúpulo, enmarcado por canteros. Debajo de esa enredadera, el Facha se distendía con una cerveza y un pitillo. En verano, el patio se transformaba en una plaza pública; a las 18 horas, se reunían no menos de 15 amigos que conversaban, fumaban, bebían, probaban equipos de audio y otras actividades afines. Los músicos y artesanos eran mayoría; también había atletas, pesistas, boxeadores y caripelas varias.

- Para las tareas hogareñas estábamos organizados. Juana era la encargada de todo lo relacionado con la cocina. Yo, de los dormitorios con lavado de sábanas y todo. El Facha, de todo lo demás: baño, living-comedor, patio, arcada, vereda, depósito.

- La escuela primaria y secundaria la hice en una institución católica del barrio, San Benjamín. En la primaria, varones y mujeres usábamos delantales blancos. En el secundario, las mujeres usábamos delantales blancos con polleras escocesas tableadas, debajo. Los varones: blazer azul, pantalón gris y mocasines.

Las mujeres teníamos prohibido el uso de pantalones. Pollera y medias tres cuarto con mocasines “sin” taquitos. Para gimnasia, usábamos zapatillas, medias de algodón, pollera pantalón (una pollera con 2 piernas), camisa blanca y buzo. Si hacía frío, podíamos usar campera de algodón o de otro material; siempre en color azul.

- Tuve dificultades para el aprendizaje escolar; tanto en el primario como en el secundario asistí diariamente a una “preparadora” del barrio, en calle 60. La “preparadora” había acondicionado un garaje de su casa como aula; era una suerte de escuela en pequeño con campana, recreo y merienda. La “preparadora” manejaba con idoneidad el discurso de mi escuela, el San Benjamín. Conocía “al toque” los ejercicios y habilidades que exigían los docentes. Preparaba hasta en inglés, aunque creo que no sabía inglés; no obstante, conocía al dedillo las lecciones que dábamos en el San Benjamín, las preguntas y las palabras en que observarían especialmente la fonética.

Prepararse con ella era una garantía de aprobación, aunque una vez le llevé una canción en inglés y no supo traducirla. ¡Era una boludez! Un amigo del Facha la tradujo en un periquete.

- Tengo entendido que era maestra y había iniciado estudios en periodismo, derecho e historia, sin concluir ninguno. Cuando la conocí, estaba organizada en ese digno emprendimiento que le dejaba sus pesitos.

sábado, 4 de septiembre de 2010

“Biografía Criolla (V de VI)-El cuento chino de Celeste “Peky” Cardozo”




Por Roque Domingo Graciano





k)“Si se está limpio, el límite puede transponerse”




- Caminar sobre brasas es un desafío a uno mismo, a los demonios que nos habitan y perturban.

Lo aprendí en la playa, en Arenas Verdes, una playa al norte de Necochea. Yo adoraba el fuego. Hacíamos, con el Facha y sus amigos, fogatas enormes durante toda la noche. Contemplaba el fuego hasta que poco a poco, imperceptiblemente, descubrí que el fuego tiene un lenguaje, una densa urdimbre de mensajes; a través del fuego, me fui purificando y el fuego me enseñó a transponer límites, a plantearme desafíos cada vez más ambiciosos. A manejar mi sexo, mis necesidades alimenticias, la ingesta de drogas, mi mente. Es un proceso largo, doloroso, aunque el triunfo es infinito; es tocar el universo todo, acariciar todo el cosmos, estrella por estrella, todos los cuerpos celestes, uno por uno. No obstante, para una mirada superficial y efímera vos sos un sorete y cuanto más fuerte sos, cuantos más límites transponés, cuantos más miedos derrotás, cuantos más demonios y fantasmas caen a tus pies, los hombres superficiales y tontos te ven pobre y desvalido. Creen que sos un excremento de la naturaleza cuando sos un hijo dilecto de Dios, un rey del planeta, un dueño de la naturaleza porque te dominás, te comprendés a vos mismo; porque lográs el único cambio posible: el cambio sobre uno mismo.

- Es una experiencia maravillosa. No está relacionada técnicamente con la danza; sí, espiritualmente, en cuanto impronta de vida. Sin que me diera cuenta y quizá sin ser él consciente, fue mi tío, el Facha, el que me encaminó hacia ese momento sublime.

Se busca el límite. Desde la pubertad busqué el límite. Superar el miedo. El límite se logra romper con la meditación, la introspección. Si se está limpio, el límite puede transponerse. Primero, hay que limpiarse de egolatrismos, mezquindades, miedos.