lunes, 1 de noviembre de 2010

“Biografía Criolla (VI de VI)-El relato de Helio Ural (el Grillo) Rodríguez Valdez”




Por Roque Domingo Graciano




b) "Era una calle empedrada, húmeda, con una permanente llovizna por la que reptaba un río blanco de obreros y obreras"


- La calle Nueva York de los años 40 y 50 era un centro comercial único en la Argentina y, según gente que había viajado por todos los continentes, sin parangón en Occidente. En la calle Nueva York, se abastecían los 25.000 operarios que trabajaban en los dos frigoríficos, los obreros y marineros del puerto La Plata y ainda mais. He charlado con marineros que conocían con precisión Berisso y la emblemática calle Nueva York y no sabían exactamente en qué país estaba Berisso.

- Exactamente. Era un centro internacional al estilo del siglo 19, de la era industrial, de las grandes factorías que utilizaban gran cantidad de mano de obra, de obreros, operarios.

- Supongo que trabajarían más hombres que mujeres; no obstante, la cantidad de mujeres era importante. En mi barrio, durante mi infancia, veía bajar del tranvía 25 hombres y mujeres que venían de trabajar de los frigoríficos, en cantidades parejas.

- Tengo una idea de ciertas características de los operarios del frigorífico. Había familias enteras que trabajaban permanentemente, tanto el hombre como la mujer; cuando crecían, se agregaban los hijos. Otro tipo de operario era el hombre que trabajaba en el frigorífico y en otro lugar: el comedor universitario, policía, ordenanza de un ministerio y así.

- Correcto. Tenían dos trabajos. Otros operarios del frigorífico eran los temporarios. El hombre o la mujer que se quería comprar un televisor, un electrodoméstico, ampliar la casa o techar una pieza, trabajaban unos meses en el frigorífico, que pagaba por quincena y, simultáneamente, seguía con su trabajo permanente. Un vecino mío, Guerrero, trabajaba en la Biblioteca de la Universidad como ordenanza y hacía “una temporadita” en el frigorífico cuando quería reforzar su patrimonio. Gracias a él, conocí los frigoríficos de Berisso. Era un tipo bastante mayor que yo; unos 15 años más o menos.

- Conocí la calle Nueva York cuando tenía pantalones cortos. Me causó una impresión fuerte. La conocí de noche. Me golpeó la iluminación, las luces. La Plata no era una ciudad tan iluminada; además, La Plata es una ciudad arbolada por lo que las luces se minimizan. En la Nueva York, no había árboles. Era una calle empedrada, húmeda, con una permanente llovizna por la que reptaba un río blanco de obreros y obreras. Veredas angostas y un negocio al lado del otro en un orden difícil de comprender para el visitante.

Otra característica de la Nueva York era que durante las 24 horas del día, todos los días del año, había 2 ó 3 barrenderos limpiando las cunetas. Los barrenderos, los escobillones y los carritos amarillos de hierro, a cualquier hora del día y sobre todo a la noche, me llamaban la atención. Barrían entre los autos, bajo la lluvia o el sol.

Lo que me sobrecogió, lo que me dejó de la nuca fue la gente, la gente que pasaba; era como un hormiguero; cientos de hombres y mujeres que caminaban, que iban; hombres y mujeres de distintas razas, idiomas. No entendía nada. “¿Qué dicen?; ¿en qué hablan?” Rusos, franceses, árabes, turcos, chinos, polacos. He conocido, con el paso de los años, calles más pobladas, más transitadas, nunca más cosmopolitas (¿multirracial?) que la Nueva York de los años 40 y 50. Yo tenía la sensación de que el devenir de la Nueva York era la vida misma.

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