miércoles, 24 de marzo de 2010

Biografía Criolla (IV de VI) Las deliberaciones de Antonio "Pata" Beltrami




Por Roque Domingo Graciano





f) “hay sueños placenteros, alegres, risueños”


- Soy médico de catástrofe; no soy médico psiquiatra; por lo tanto, sólo puedo hablarte de los sueños como usuario. Por algún motivo que ignoro, la escena que protagonicé en el rectorado es recurrente en mis sueños. Han pasado años, he vivido aventuras, muertes, pasiones y esa escena emerge en mi mente por las noches como si estuviera agazapada detrás de mi sombra.

Para mí, los sueños son pesadillas, entuertos que viven dentro de nuestra mente; estados anómalos, conflictivos. Situaciones que angustian, que hacen sufrir. No obstante, es necesario reparar en que hay sueños placenteros, alegres, risueños, sexuales. Hay sueños locos.

- No tengo sueños placenteros; en mis sueños siempre lucho, me angustio, alcanzo la meta con esfuerzo o me despierto en medio del combate.

Cuando estuve en California, asistí a la charla de un psiquiatra, más específicamente era un médico cognitivista. Expuso una teoría de los sueños novedosa. Para C. S. Peirce, así se llama el conferencista, los sueños, tal como lo concibe el grueso de la gente, no existen. Según esa teoría, cuando dormimos, se producen impulsos nerviosos, movimientos en la corteza cerebral. Algo bastante parecido a los movimientos espasmódico de los antiguos motores a explosión cuando se los desconectaba o paraba. Según Peirce, cuando dormimos sólo tenemos esos movimientos, impulsos. Los llamados “sueños”, lo que recordamos son construcciones que se producen en la vigilia; cuando despertamos “construimos” los sueños a partir de los impulsos nerviosos que producimos mientras dormimos. Eso explicaría que siempre tengamos sueños del mismo tenor. Vestimos los movimientos de nuestra corteza cerebral con el ropaje de nuestra conciencia, de nuestra vigilia. Nuestro consciente “interpreta” desde sus pautas y criterios los impulsos nerviosos (vacíos de contenido) de nuestras horas de sueño.


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