domingo, 6 de diciembre de 2009

Biografía Criolla (III de VI) Las justificaciones de la Gurisa Martínez




Por Roque Domingo Graciano



h)“una juventud politizada”



- Mi relación con el Buda Cardozo se vertebró en la admiración que yo sentía por el militante. Estábamos inmersos en una juventud politizada. Mi politización comenzó en la lucha de la enseñanza “libre” contra la enseñanza “laica”. O la lucha libre / laica, como se la llamó. Yo estaba en el secundario en los años 57, 58 y participaba de manifestaciones y actos callejeros. Hacíamos fogatas en las calles. Nos enfrentábamos a la policía. Las obras en construcción, el empedrado de las calles y los calcáreos de las veredas eran nuestras armas de combate. La ciudad ardía de las 17 horas a las 21; se libraban decenas de enfrentamientos. No sólo era la lucha de los laicistas contra la policía sino de los laicistas contra los “clericales”[1]. Abundaban los garrotazos y pedreas. Con ese telón de fondo, ingresé a la universidad.

- Mis padres eran peronistas aunque la política jamás tuvo la menor injerencia ni presencia en mi familia. Cuando digo mi familia, no sólo abarco mi casa sino también la de mis abuelos, que vivían al lado. Se vivía con más fervor un partido de fútbol que una elección general.

Pese a esos antecedentes familiares, comencé a militar en la facultad. Venía motivada desde el secundario y seguí. De mi promoción de la Normal 3, he llegado a contar doce compañeros, de distintos partidos, que han sido diputados, secretarios, ministros y otros cargos.

En esas luchas, conocí al Buda Cardozo y me gustó. Era un tipo leal, discreto, inteligente, pero como marido, un desastre. No sólo tenía eyaculación precoz sino que no se preocupaba o no sabía cómo complacer genitalmente a una mujer. Se iba en seco (sin penetrarme) y sacaba un Colorado sin filtro y se ponía a hablar de política. ¡Andá a cagar! Eso no te lo aguanta ni una Carmelita Descalza. Además, teníamos tiempos distintos. Él buscaba una relación estable y yo, en esa etapa de mi vida, no estaba dispuesta a dejar de vivir para quedarme al lado de un tipo. Llegó a llevarme a Necochea y presentarme a sus padres como la “novia oficial”. ¡Me quería morir! Además, los viejos eran más aburridos que él. Tenían una empresa de pompas fúnebres, una funeraria. Una tarde, el Buda, estando en la funeraria, me agarró del brazo y me llevó hasta un galpón oscuro. Quería tener sexo conmigo en ese momento. Acepté. Cuando mis ojos se fueron adecuando a la oscuridad, descubrí que estábamos en un depósito de cajones para muertos. Fue la única vez que grité teniendo sexo con el Buda.



[1] La enseñanza “libre” estuvo fuertemente motorizada por los sacerdotes católicos. (El Ordenador)



1 comentario:

kevin dijo...

Mi esposa estaba arta de nuestras relaciones sexuales por que nunca la satisfacia un dia platicamos con nuestro doctor le pedi ayuda y el me la dio me dio priligy y gracias a esto mi esposa ya no se enoja mas conmigo