domingo, 23 de agosto de 2009

Biografía Criolla (II de VI) Los rasgueos de Adolfo

Por Roque Domingo Graciano

h) "los jefes disponían de tus bienes"

- Comencé militando en la JUP (juventud universitaria peronista). Eran años en que el peronismo había irrumpido con todo en la Universidad. Entre guitarreada y guitarreada, asamblea y asamblea; mate va y mate viene me fui metiendo de a poco en la política. Por entonces, cursaba y preparaba parciales con Bachini, el hijo de un pizzero de la zona. Con él, nos fuimos metiendo en la militancia y, a los años, terminamos en Centroamérica con la cola entre las patas.

- Con Bachini y el hermano de un cura guerrillero, Gabriel, armamos una estructura política importante en la Facultad y una noche nos habló Gonzalo (un guerrillero entrenado en Cuba, que militaba con el nombre de Luis) para que nos incorporáramos a la organización montoneros. Nada compulsivo. Una invitación. Nosotros aceptamos. A los pocos meses nos dividieron a los tres. A mí me dieron cierta instrucción militar y me mandaron “al frente barrial”. Eso quiere decir que dejé de hacer política en la Facultad para hacer política en los barrios. Yo era el jefe de la zona barrial de Ringuelet y Tolosa. Mi tarea consistía en mantener unidades sanitarias (salitas) que daban asistencia médica primaria a la población del barrio, Unidades Básicas peronistas (los comités peronistas), así como establecer relaciones con instituciones que funcionaran en la zona: iglesias, clubes, centros de fomento, uniones vecinales, cooperadoras, escuelas y otras instituciones similares. El objetivo era la captación política de la comunidad. El objetivo militar era reclutar guerrilleros para la organización y lugares donde los jefes guerrilleros pudieran vivir, reunirse, así como guardar armas y material de propaganda.

- La organización montoneros tuvo muchas estructuras organizativas porque se fue fusionando con otras organizaciones, ampliando y achicando. Básicamente, era una estructura celular. Lo de “celular” (en el sentido de “tabicamiento”, no conocimiento entre los miembros que componían distintas células) era medio cuento. Todos nos conocíamos o nos sospechábamos. Más que una realidad era un criterio. La célula en la que yo funcionaba estaba compuesta por 4 combatientes: 1 responsable del frente barrial, 1 del frente gremial, 1 del frente estudiantil y 1 jefe. El jefe nuestro era el Gato que a la vez formaba una célula de jefes cuyo jefe era Luis.

- En realidad, yo pertenecía al nivel más bajo de montoneros; mis subordinados no eran montoneros sino “aspirantes” a combatientes, a montoneros. También los “aspirantes” tenían una estructura celular. Después, venían los colaboradores, simpatizantes y aliados. “Aspirantes”, colaboradores y simpatizantes no pertenecían a la organización. Daban pero no recibían nada a cambio.

- En noviembre de 1975, me echaron de la organización. Quedé “fichado” por la taquería y por los servicios y sin ningún apoyo.

- No me echaron por razones políticas, por discrepancias políticas sino por razones “ideológicas”. La cosa fue así. Al principio, cuando nosotros armamos todo un aparato en la Facultad, los jefes estaban satisfechos. Conmigo estaban más que contentos. Les agradaba que guitarreara y tuviera entrada desde un convento hasta una casa paqueta. Eso era positivo para ellos. Favorecía los planes de la organización. Después, vinieron los conflictos.

- Ante todo, debo hacerte una aclaración. En la organización montoneros, los bienes e ingresos personales se “socializaban”. Un eufemismo para decir que los bienes e ingresos personales se debían entregar a los jefes. Los jefes disponían de tus bienes; habitualmente, los vendían y ellos se agarraban la plata. A mí, me usaban el departamentito; no lo podían vender porque no era mío; era alquilado. Terminé dejándoselos junto con un Peugueot 403 que tenía. Me fui a vivir a un departamento que había comprado Adriana, en Plaza Italia. El despelote se armó cuando se enteraron que mi vieja tenía campos. Exigieron que “socializara” mi parte de los campos. Imposible. Aún hoy, todo está a nombre de mi vieja. No obstante, presionaron una y otra vez. Cuando no lo consiguieron, exigieron que cediera los campos a los efectos de utilizarlos para entrenamiento militar, disfrazando la maniobra como caza de animales. Imposible. En los campos de mi madre, hay gente que hace tres generaciones que vive y trabaja ahí, te imaginás que ningún movimiento, absolutamente ninguno, les puede pasar desapercibido. Además, yo conozco muy poco los campos. He ido a ellos desde siempre pero mi estadía nunca superó los 3 días. La relación se puso tensa. Lo presionaron al Gato para que me hiciera trabajar y me sacara el dinero que ganara. Accedí a realizar algunas changuitas por el Gato y porque no quería romper la relación. Todavía creía en montoneros.

No hay comentarios: