domingo, 23 de agosto de 2009

Biografía Criolla (II de VI) Los rasgueos de Adolfo



Por Roque Domingo Graciano



g)“La Plata, para mí, fue una fiesta”

- Mi madre me indujo para que fuera a estudiar a La Plata. Creo que estaba repodrida de las peleas entre mi hermana y yo. No nos dábamos cuartel y la vieja habrá pensado, correctamente, que si yo estaba lejos tendríamos menos posibilidades de pelearnos. Estudiar en Rosario hubiera significado que todos los fines de semana estuviera en Paraná. Pudo tener otras razones para alejarme; las ignoro. Lo cierto es que con suavidad y seducción me alejó de Paraná.

- La Plata, para mí, fue una fiesta. Alquilé un departamento en 116, a 4 cuadras de la Facultad. En cuanto nos acomodamos a las cursadas empezaron las churrasquedas y las guitarreadas. Íbamos a las cursadas con la guitarra y el equipo de mate; entre cursada y cursada guitarreábamos todo el día. Cuando terminaban las cursadas, a eso de las 6 de la tarde, seguíamos guitarreando en la casa de alguno de los muchachos; ahora, en lugar de mate, le dábamos a la ginebra. La Bols era la preferida. Si no había Bols le pegábamos a la ginebra Llave.

- Al principio, alquilé un monoambiente, de 28 metros cuadrados, donde vivía solo. En otros departamentos del edificio (vertebrado en un largo pasillo de 80 metros con entrada por calle 116), vivían muchos estudiantes de ambos sexos. La mayoría eran varones aunque había algunos departamentos ocupados por chicas. Ahora bien, el reservorio de mujeres estaba en los colegios mayores. Los colegios mayores eran casas antiguas de 7 ó 9 habitaciones refaccionadas, en donde vivían chicas que habían venido del interior de la provincia de Buenos Aires o de otros lugares a estudiar en La Plata. Eran instituciones organizadas por monjas católicas; en esas casas, no vivían monjas; una estudiante, la más antigua, era la “jefa”. En esos colegios vivían no menos de 25 gurisas.

- Ellas estudiaban distintas carreras en la Universidad Nacional. Ahora, si un solo vago de la barra lograba la entrada en un colegio, significaba que entrábamos todos. A la vez, ellas traían compañeras de otros colegios. Era un paraíso. La única desgracia era que de vez en cuando teníamos que estudiar.

- La Facultad no era expulsiva para nada. Te hablo de la Facultad de Veterinaria; por ahí, otras facultades como Medicina o Exactas, sí, tenían problemas. Creo que Astronomía era muy dura. Mi Facultad era contenedora, “como una buena madre”.

- Adriana no vivía en un colegio mayor. Ella, sí, vivía en un convento de monjas. La biché un día que fuimos a guitarrear al convento. Después, me la presentó una entrerriana.









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