domingo, 2 de enero de 2011

“Biografía Criolla (VI de VI)-El relato de Helio Ural (el Grillo) Rodríguez Valdez”








Por Roque Domingo Graciano





l)"los padres son divorciados"


- En las décadas del 50, 60 y 70, el casamiento era un mandato social duro para la mujer. Era un mandato social y cultural muy fuerte y abarcativo. Tanto la hija de un hogar de obreros como una de profesionales o empresarios, que en La Plata eran numerosos, sufría la presión del casamiento. Las mujeres, en Berisso o en mi barrio, se casaban a los 16 ó 18 años. En La Plata, las hijas de los profesionales, comerciantes fuertes y empresarios se casaban algo después de los 20.

- El divorcio no existió en la Argentina hasta 1985, más o menos. Durante el gobierno de Alfonsín, se legalizó la posibilidad del divorcio. Entre 1954 y 1955, estuvo vigente una ley que permitía el divorcio. Fue a raíz de un conflicto que tuvo Perón con las jerarquías eclesiásticas, con la iglesia católica; cuando quemaron las iglesias en Buenos Aires y metieron presos a los curas del Seminario Mayor de calle 66 y 24.

Una vecina del barrio, empleada administrativa del Policlínico General San Martín, aprovechó esa legislación y se divorció. Era mal vista por los vecinos. Se la criticaba, también, porque se teñía el pelo de rubio, cuando su pelo originario era oscuro. Tenía doble estigma: divorciada y pelo teñido. La sombra no sólo envolvía a la mujer sino que se proyectaba a su hijo, Titilo. Se hablaba del “hijo de la divorciada” y, en la escuela, los problemas se atribuían a que “los padres son divorciados”.

Si bien no éramos amigos, solíamos charlar en el club Gimnasia, en la plaza o cuando nos cruzábamos en la vereda. Eran conversaciones fugaces y circunstanciales. Siempre tuve la sospecha de que yo también era visto por los vecinos como distinto, tal como lo era Titilo. Teníamos un no sé qué en común.

Una tarde de primavera, pasó frente a casa en una moto Gilera; nos saludamos. En la avenida 60, dejó pasar un tranvía 25 y se dirigió hacia calle 1. Nunca más lo vi. Se mató en el camino a Ensenada. Se tragó un camión de la Petroquímica General Mosconi. Muchos no fueron al velorio. Una vecina me comentó: “No es un castigo de Dios porque Dios no castiga pero qué querés: ¡los padres son divorciados!”

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