domingo, 19 de diciembre de 2010

“Biografía Criolla (VI de VI)-El relato de Helio Ural (el Grillo) Rodríguez Valdez”






Por Roque Domingo Graciano






j) "un caso pintoresco"


- Tengo un caso pintoresco. Te lo contaré con algunas elusiones porque no quiero enlodar una figura entrañable de los argentinos con anécdotas de fondo de cacerola.

En el barrio (en la 116), desde siempre, vivía una familia de portugueses. Una de las pibas de los portugueses se casó con un cómico que con el correr de los años se hizo famosísimo trabajando en parques de diversiones, revistas, cabarets, radio y televisión. Un día, este payaso cayó enfermo y la mujer (la hija de los portugueses) volvió a la casa de sus padres con sus tres hijos. Diariamente, iba a visitar a su marido que estaba internado en una clínica de la ciudad de Buenos Aires, con una enfermedad terminal: cáncer de próstata con metástasis en el cerebro. En esos viajes, establecimos una cierta amistad y me habló largamente de su vida junto a este cómico famoso. Entre otras cosas, me comentó que esta figura del espectáculo, que hacía reír a grandes y chicos sin distinción social ni de género, era un golpeador. Le pegaba a ella y a sus hijos y, quizá, algo más, aunque esto último es una inferencia mía.

- Sí. Posiblemente eso, aunque ella no me lo dijo sino que lo conjeturé a partir de sus palabras.

Continúo. Cuando nuestra relación era firme, me pidió que le consiguiera clientes porque ella necesitaba dinero dado que la enfermedad del marido la dejaba sin recursos económicos. “Los gastos son muchos y los ingresos cero.”

La asesoré minuciosamente sobre los pliegues y repliegues del oficio y la instalé en el hotel del sindicato de Luz y Fuerza en Mar del Plata para que trabajara los viernes, sábado y domingo. Todo bien. Tenía un ingreso de acuerdo a lo previsto. Los lunes, ella viajaba directamente a Retiro para visitar a su marido que seguía internado. Así, pasó casi un año. Cuando murió el marido, cobró buen dinero en concepto de seguro de vida. Pensé que dejaría el oficio, por eso me sorprendieron sus palabras: “Ni loca lo pienso dejar. Ahora que él murió, lo pienso ejercer aquí, en Capital. Me alojaré en el Sheraton. Eso sí, a partir de hoy, el gerenciamiento de mi trabajo lo hago yo misma. Discutamos cuánto te debo y cerremos las cuentas.”

¡No se puede avivar giles!

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