miércoles, 9 de junio de 2010

Biografía Criolla (IV de VI) Las deliberaciones de Antonio "Pata" Beltrami



Por Roque Domingo Graciano




p) “Fue un desafío, una fantasía”



- Fue un desafío, una fantasía que nació en las calientes y olorosas tierras africanas; una charla que se hizo realidad. Durante los preparativos hablamos con viejos navegantes (franceses, alemanes, holandeses), gente con muchas horas de navegación; nos desalentaban: “Muchos no han podido hacer ese cruce en velero, difícil que lo puedan hacer en cajacs.”

- Nosotros somos “médicos de riesgo”. No sé si hace exactamente a nuestra profesión; sí, sé que hace a nuestro espíritu. En la aventura, volcamos toda nuestra pasión, nuestras energías, nuestro tiempo.

- Todos los integrantes del grupo de Mozambique eran de zonas más bien frías. Esta aventura al sur de nuestro continente fue, de alguna manera, una cortesía, una deferencia hacia mí. También, porque el europeo tiene, en su imaginario, a la “Patagonia” como un espacio original, incontaminado de fuerte atractivo.

- Yo enfatizaba que era argentino (puntualmente: rosarino) porque ellos me decían italiano. La confusión se debió a un problema idiomático. El idioma oficial del grupo era el inglés. Yo tenía un inglés rudimentario, el inglés de la escuela secundaria. Incluso, casi no me incorporan al grupo porque era una condición fuerte el saber inglés. Para mi fortuna, la jefa del grupo y los otros dos médicos rusos manejaban con fluidez el italiano; así, la lengua común y cotidiana del grupo era el italiano que se hablaba por mí y yo era, por lo tanto, “italiano”.

- Sí. Tengo las dos nacionalidades. Aunque en mi interior, sentía nostalgia de Argentina. ¡Cuánto hubiera dado para que me dijeran “rosarino”!

- La naturaleza es muy fuerte y una decisión mal tomada te cuesta la vida. Vigilancia permanente. Mente abierta para buscar la respuesta adecuada a cada circunstancia. No sólo vigilia sino vigilia lúcida. Ese es nuestro oficio. El buen entrenamiento minimiza riesgos. “Entrenamiento fuerte, combate fácil.” Necesitamos la adrenalina; no podemos descuidar ningún detalle.

- Sí. Mi vida entera está filmada. Siempre, en el equipo de apoyo hay dos o tres personas dedicadas a la filmación. En nuestra travesía del Cabo de Hornos, fue gente de “audiovisuales” en el velero de apoyo.

- No manejo con exactitud dónde se reporta ese material; creo que se remite a Francia; debe ser a alguna organización internacional.

La financiación también provino de esos ámbitos. Todo lo arregló “la jefa”. Te imaginás que para ese nivel son chirolas.

- El sexo entre el equipo de médicos y paramédicos, por un lado, y la población nativa, por el otro, es absolutamente inexistente. No hay atracción sexual. Es como si se tratara de dos especies distintas. Hay solidaridad, dedicación, afecto; erotismo, jamás. No sólo te hablo de lo que viví sino de lo que observé en otros equipos. Me circunscribo a lo que conocí.

En lo que hace a los integrantes del equipo entre sí, bueno, ahí, es como en cualquier clínica, hospital o unidad sanitaria; se dan los cruzamientos propios de un ámbito de trabajo. Entre los rusos, capté relaciones fuertes y, en alguna oportunidad, tormentosas. No se habla de sexo, no se exteriorizan los sentimientos o si se habla, se lo enmascara con el humor o lo grotesco.

Tampoco se habla de política ni de religión. Yo solía charlar, en Nyasa, con un sacerdote católico, portugués, e incluso solía ir a misa. Yo vivía con los rusos cuando se desintegró la Unión Soviética y jamás hicieron un comentario sobre el asunto aunque los captaba inquietos, preocupados. Por ese entonces, me preguntaban mucho por Argentina y se decidieron, en firme, a realizar la travesía del Cabo de Hornos. De cualquier manera, ellos, por su profesión y experiencia, tenían asegurado trabajo en organismos internacionales.

- Nicolai y Pablo son 2 ó 3 años mayores que yo, si bien tienen muchos años de profesión. Se recibieron a los 20 años, aproximadamente.

- La jefa era una inglesa, de Newcastle más precisamente; cincuenta años o más; enérgica, distante, hermética. Te describo esta estampa que la pinta de cuerpo entero. Nosotros habitábamos en carpas que se armaban en cada asentamiento al que llegábamos. Ella, como jefa, tenía una carpa individual, relativamente pequeña, con una antecarpa. Comía allí, sola. Absolutamente sola. En días especiales, como fin de año, se acercaba para saludarnos, brindar (se mojaba los labios) y se despedía con un seco “Until tomorrow.”

- Es brava tu pregunta. Para mí, Dios es lo insondable. El dador de energía, bastante cercano a la función del Sol con respecto a la Tierra.

- ¿Una palabra que sintetice mi familia?: afecto.

- En mis noches de insomnio, en los momentos más difíciles de mi vida, cuando la angustia o el pesimismo me tarasconean me refugio en la misma imagen: los camalotes viajando por el río Paraná, frente a Rosario; eternos, cambiantes como mensajes crípticos de un Dios mayor a los gigantes. Después de esa peregrinación a mi infancia, a mi eternidad, le doy gracias a Dios por la luz, por el sol. Eso está bien; eso es todo.[1]



[1] Últimas palabras de Antonio “el Pata” Beltrami en el relato. (El Ordenador)


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