Por Roque Domingo Graciano
b) “Yo acababa de entregar la casa de mi niñez y don Pascual seguía allí, en el sillón, en la vereda: eterno como la sombra y la humedad”
- No sé si contesto a tu pregunta o si la imagen que te voy a contar es representativa de mi barrio. Me ha quedado grabada. En mi cuadra, a tres o cuatro casas hacia calle 6 vivía don Pascual. Lo recuerdo desde mi infancia, desde que jugaba a la soga o a las figuritas en la vereda, desde que iba a los primeros grados de la escuela primaria. El viejo Pascual, para mí, nunca trabajó. Ignoro de qué vivía, cómo solventaba sus gastos. Era austero y vivía sin apremios económicos. En verano, todas las tardes sacaba un sillón de mimbre a la vereda y se instalaba 4 ó 5 horas a la sombra de un generoso olmo. Durante sus horas en la vereda desfilaban los vecinos (hombres y mujeres) que departían con don Pascual 20 ó 30 minutos. Todos de pie. Nadie se sentaba a su lado. Tampoco tomaban mate o bebidas. Simplemente charlaban. Conjeturo que hablarían sobre temas cotidianos: el clima, la temperatura, los impuestos, la política, el fútbol,
Cuando vendimos la casa de mis padres y me alejé para siempre de la cuadra de mi infancia, la última imagen que tuve fue la de don Pascual, infinitamente más viejo, sentado en
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