r) “Jesús está en todo hombre”
- Mi relación con la Iglesia católica fue amarga. Mi tía Juana me llevaba a la iglesia y tomé la comunión el 19 de marzo, “día de San José Carpintero Fino”. Usé un vestido que había lucido mi bisabuela, la abuela materna del Buda y el Facha. Un vestido inserto en la tradición familiar con flores blancas y amarillas[1]. Toda la familia, excepto el Facha, insistía mucho en que fuera a la iglesia. Hoy, pienso que la insistencia estaba motivada en que, como mis padres biológicos eran guerrilleros, ellos querían protegerme y a la vez alejarme de toda ruptura o trasgresión que me perjudicara. Buscaban protegerme a través de la iglesia.
Pese a la presión familiar mi relación con los curas fue un desastre. No sólo porque tienen un discurso acartonado, burocrático, administrativo sino porque sufrí una experiencia fea en el confesionario, cuando tenía 7 años.
- El cura me preguntó: “¿Jugás con varones?” Le respondí que sí. El muy guacho me repreguntó “¿Al oscuro? “Sí, también al oscuro.” Volvió a la carga: “¿Se tocan?” “Sí, nos tocamos.” le respondí. Me reprendió con dureza y perversión : ¡a una nena de 7 años! Volví llorando a casa y se lo conté a mamá. El Facha montó en cólera y prohibió que me confesara aunque admitió que siguiera yendo a la parroquia porque era un medio de socialización apropiado en el barrio de Los Hornos.
Después, cuando comencé a leer la Biblia comprendí muchas cosas, sobre todo que Jesús está en todo hombre, también en el miserable.
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