domingo, 14 de marzo de 2010

Biografía Criolla (IV de VI) Las deliberaciones de Antonio "Pata" Beltrami


Por Roque Domingo Graciano




e) “se produjo una escena que me ha desgarrado en la vida”



- Por esa época, para hinchar las bolas, le escribimos a una piba (en un libro de inglés) que no queríamos judíos en la escuela. La piba era judía. Yo tenía simpatía por “los tacuaras”[1] pese a que leía a José Ingenieros, a quien se lo consideraba de izquierda, el diablo, Mefistófeles. En mi grupo, había tres o cuatro que eran militantes de tacuara. Le puse esa escritura. La piba, cuando vio la inscripción, armó un despelote. Imagináte, no hacía tantos años del holocausto. “Aquí, hay nazis”, gritaba. El padre creía que le íbamos a matar la hija. Armó quilombo. Las autoridades del colegio vinieron al aula y preguntaron quién había escrito la frase “No queremos judíos en la escuela.” Asumí la responsabilidad. Me aplicaron una suspensión que me dejó libre. Las autoridades del colegio, también llamaron a mi padre y le dijeron que yo era tacuara que andaba haciendo pintadas en las paredes: cruces esvásticas y similares.

Allí, se produjo una escena que me ha desgarrado en la vida. El Rector llamó a su despacho, simultáneamente, al padre de la piba agredida, a mi padre y a mí. Primero, habló conmigo y me hizo pasar a una sala contigua; después, habló con mi padre y sin que se retirara mi padre de su oficina, hizo pasar al padre de la piba. Yo estaba en la antesala del despacho del Rector. Imprevistamente, se abre la puerta de la oficina y sale mi padre enfurecido, el padre de la piba judía y el Rector y delante de todos los profesores, alumnos y empleados que pasaban, mi padre y el padre de la piba comenzaron a golpearme, a insultarme, a humillarme, me golpeaban y me gritaban “¡Racista!, ¡racista!, ¡hijo de puta!” y me golpeaban. Me pateaban. Me escupían. Mi padre y el otro hombre. Han pasado más de 30 años, más, más. Hasta hoy, recuerdo la escena y me perturbo. Hay noches que la sueño y me despierto transpirando, empapado de sudor, con taquicardia.

Siempre he sospechado que mi padre actuaba así, con esa violencia, con esa sevicia para diferenciarse de un antisemita, de un antijudio.

Me echó de la casa para redondear su castigo, como si mi conducta fuera un emergente solitario e inexplicable, como un hongo. Como si la familia, el colegio, la sociedad no tuvieran algo que ver en mi conducta. Una sociedad que aún los que se decían liberales lo eran de manera autoritaria: bajo el pretexto de la razón se negaba la pasión y sin pasión no hay vida. Una manera de ser autoritario con uno mismo es tapando la sin razón, aquello que no es la razón.




[1] Tacuara. Corriente “nacionalista” que abarcaba distintos grupos con perfiles diferenciados entre sí. Habitualmente, se dedicaban a la acción propagandística a través de la publicación de una rudimentaria prensa gráfica. Ostentaban un discurso católico, antibritánico, antiamericano, antijudio y anticomunista que miraba con simpatía las posiciones autoritarias. Algunos de sus integrantes transitaron el delito y el crimen, en la década del sesenta. Exhibieron una cierta presencia pública en cenáculos políticos y juveniles entre 1954 y 1966, aproximadamente. (El Ordenador)


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